Análisis
formal
Representación figurativa
de serpiente con forma espiriforme; en su cabeza se puede observar el detalle que
representa la copa del Santo Grial. En sus ojos se han
incrustado dos cornalinas; la extremidad inferior termina con tres nudos,
inscribiendo en sus huecos la palabra PAX. Toda ella está rodeada por un hilo
de plomo, cerrando así el círculo de protección.
El fondo del mosaico esta ejecutado en mortero blanco haciendo aguas, con una patina en pigmentos verdes y marrones para darle mayor profundidad. Los ojos son cornalinas, y se ha bordeado la serpiente con plomo.
A lo largo de la historia, la imagen de la serpiente y la
espiral posee un importante contenido iconográfico desde tiempos inmemoriales
en la mitología de las civilizaciones. De hecho, han alimentado leyendas y
simbolizado disímiles elementos desde el comienzo de los tiempos. Aparece en el
ámbito mediterráneo como depositaria y transmisora de poderes tanto mágicos como
sobrenaturales, formando parte de la ornamentación simbólica. La fascinación
que produce su mirada y su vida subterránea la convierten en la poseedora de
conocimientos ocultos, del secreto de la vida, y a la vez, guardiana y agente
de la abundancia.
La serpiente es símbolo de eternidad, ostenta
un doble valor de protección, puesto que se erige como defensora contra los
enemigos humanos y sobre todo, frente a las influencias psíquicas hostiles. Esta
dualidad se palpa también, por cuanto no sólo prohíbe a las influencias
maléficas entrar en la morada, sino que asimismo impide a las benéficas salir
para disiparse en el exterior. Por tanto es considerada icono de la guardia de
un lugar o elemento valioso.
La serpiente se
beneficia de la propiedad de ser neutra en sí misma. Es indiscutible símbolo de
la fuerza vital y del estado de energía terrena del universo, que los antiguos
conocieron como aether,
los místicos como vacuum o vacío y los especialistas
en física de partículas como campos cuánticos. Se constata a lo largo de su inmensa
iconografía como símbolo por antonomasia de la energía, de la fuerza pura y
sola. Se presenta también como símbolo de San Juan Evangelista, mostrándose
junto a un cáliz.
Las
cualidades centrales de la serpiente determinan sus significaciones: Animal
dotado de fuerza magnética. Por su muda de piel, es también símbolo de
resurrección, lo cual, en efecto, responde en cierta medida a un poder de
regeneración y amparo de la criatura, al poder librarse con su antigua piel de
ciertas heridas y parásitos. Se le atribuye en algunos mitos la vida eterna o
capacidad regenerativa como en el caso de la hidra de Lerna a la que venció Hércules. La metamorfosis de la piel
impresionó a los estudiosos antiguos: Filón de Alejandría creía que la serpiente,
al desasirse de su piel, se desprendía además de la vejez; que podía matar y
curar, siendo por ello símbolo y atributo de los poderes adversarios positivo
y negativo que rigen el
mundo (idea gnóstica de origen persa). Llega a considerarla como «el más espiritual de los
animales».
Por tanto, queda patente que es emblema de
regeneración, vida eterna, veneno y curación. Es un ser benéfico, benévolo y
protector, adorado por multitud de pueblos en todo el mundo, protegiendo a los
hombres con la fuerza apotropaica de su misma monstruosidad, sacando salud de
la muerte y protección de los «animales
mortales».
Para
los celtas, el alma es un fragmento divino que acabara volviendo a su origen. Las sucesivas reencarnaciones tras la
muerte hacen que el alma se vaya depurando hasta alcanzar la perfección.
Al utilizar el término «serpiente»”
como «lo
que liga»,
se unen la magia del nudo y la derivada de la figura y de los poderes mágicos
de la misma, con lo que la magia resultante es más poderosa. Se convierte así
en una «cuerda
o vínculo viviente»,
en cuyo caso el nudo se presenta como
el hilo de la vida,
simbolizando el proceso de la evolución espiritual de la humanidad.
El
número tres también tiene connotaciones mágicas. Estas triples representaciones
«opuestas» son frecuentes en la
antigüedad. Puesto que el número tres es una cifra mágica por excelencia, como
expresión al mismo tiempo de unidad y dualidad, es por consiguiente una fuerza
protectora y benéfica.
Volviendo
a la cultura celta, por poner uno de los muchas ejemplos, el tres era sagrado
para ellos. Las cosas importantes formaban grupos de tres: la trinidad que
formaban algunos de sus dioses; el cielo de la vida; el nacimiento, la muerte y
la reencarnación; o los tres elementos fundamentales de su universo: la tierra,
el agua y el aire.
Si observamos el mosaico detenidamente, apreciamos un
indudable parentesco entre la imagen de la serpiente y la espiral; ésta última
es un símbolo esencialmente macrocósmico.
En el lenguaje mítico, estas ideas se han expresado con las
siguientes palabras: «Del seno del abismo
insondable surgió el circulo formado por espirales. Enroscada en su interior,
siguiendo la forma de las espirales, yace una serpiente, emblema de la
sabiduría y de la eternidad». Así pues, la espiral es también símbolo de un centro potencial
(serpiente y fuerza Kundalini del tantrismo).
Resulta interesante analizar la imagen del Santo
Grial, que se estima como un centro mágico de poder, además de una herramienta;
contenedor que se convierte en copa dadora de vida. Simbólicamente hablando representa
la matriz femenina, y los componentes que se introducen en su interior son los
elementos que permiten la transmutación. Expresado con palabras evangélicas, representa
la transfiguración, y con ella una forma de vida que
alude directamente a la serpiente como «la que lleva la sabiduría y la iluminación». Esta
descripción implica el significado de «descifrar, interpretar, desencriptar, esclarecer».
La inclusión de la palabra PAX refuerza lo anteriormente
expuesto obre el equilibrio de energías, la armonía y el amor. Por consiguiente está claro, después de este análisis,
que la ubicación de este mosaico no queda relegado a un simple elemento mural y
decorativo.